sábado, 1 de enero de 2011

Amarte es mi placer


Me refresca tu sonrisa, me acaricia los sentidos, en un rumor tibio en el viento, late mi corazón contento; cuando veo en tu alma de niña, los rumores de un deseo lejano que me nombra en el silencio, recorre tu mirada un pensamiento lívido y acaricias mi fulgor sin aspavientos. Lento, tomo tu mano, me jacto de ser tuyo, más allá de la duda invento un destello de sol, por tomarte entre mis brazos, en el ocaso del miedo… renacer soberano en tus labios.

Musical compañera, tienes el sello del valor escogido, reinarás victoria después del dolor, habitando un cielo de oraciones construido… vibro infantil entre tus lágrimas… pidiendo a la altura por tu redención. Y en mi oración eres mía.

Cierran todas mis heridas, gravitamos unidos, algún sueño invocado, acaeciendo planeta, hijos de la eternidad, con la claridad de la vida, somos dueños invisibles de una realidad poderosa, que nos regala su luz para construir el amor.



Quiero llevarte a un lugar de verdes pastos, a un lugar de descanso, sin tiempo, sinceros, descalzos, con el espíritu desnudo, intactos; recorrer contigo los lugares en que se respira la sonrisa y el desapego: la generosidad natural que hay en el corazón.

Quisiera viajar junto a ti, más allá de la eternidad, para que tus ojos nunca más necesiten dormir y al fin descansen; para improvisar en la mágica magia de imaginar y crear caminos conscientes, amables y sinceros.

Quiero estar esta noche contigo, disfrutar de tu mirada cuando tu corazón está en paz… restregar la simpatía nuestra y la simpleza… y limpiar nuestros deseos hasta hacerlos desaparecer; quiero verte en lo alto de tu interior, con la humildad en tus manos y sinceridad en tus labios. Quiero compartir contigo un instante infinito de alegría: la alegría de la simpleza.

Quiero hacerte entender la trascendencia de nuestro espíritu y lo innecesario de la cultura material; quiero llevarte al lugar después de tu muerte para ver si necesitarás algo de lo que ansiamos y anhelamos tanto por vanidad e invitarte en algún momento a abrir tu corazón, para que compartamos juntos las palabras que yacen dormidas en el principio de nuestra creación…


…porque sólo el amor nos hace eternos.