miércoles, 27 de abril de 2011

La vida me sorprende...

Seguí el camino, sólo mirar adelante, preocuparme de estudiar, de reportear, de hablar con gente que en realidad no me aporta nada, sólo entrevistas. Es como un distractor de la mente, que inhibe el recordar esas trancas amorosas de las cuales no hablaré.

Pero así como seguí ese camino forzado para olvidar, me vi a la entrada del Cerro San Cristóbal.. y seguí. Con la mayor de las convicciones de llegar a la cima, de ver qué ocurría si de verdad cumplía algo de lo que me prometí a mi mismo hacer hace mucho tiempo.

Yo sólo seguí.. y caminé. Me acompañaba Thom Yorke, Eddie Vedder, Roger Waters, Phil Anselmo, Lou Reed... y mi amigo Syd Barrett. Todas sus melodías salían por el parlante de mi celular.

Durante todo este tiempo me acostumbré a estar solo.. y eso me hizo quererme más que antes. Sé que ya no debo entregarme por completo al prójimo.. ese es un invento de la religión católica, al igual que todos los prejuicios que existen en la Tierra. Sólo uno es dueño de sí mismo, y puede hacer lo que sea con cualquier cosa, sin importar consecuencias ni trastornos. Si yo hice lo que hice fue porque quizás lo quería así. La mente traiciona y la culpa se deja caer como un telón, pero al pasar el tiempo, doy gracias por los cambios que he tenido, aquellos que me han hecho crecer como un ser pensante más que emocional. También tengo mi espíritu en paz.. el universo se encarga de lo demás, así sea su voluntad.

Típico.. llega el momento de la redención y comencé a pensar en algo que no quería... estaba tan solo con la naturaleza que decidí apreciarla y no volver a sentir ese arrepentimiento que ha caracterizado mis últimas semanas... ya es algo vacío. Aprendí que las piñas de los pinos otorgan una semilla parecida a la lenteja y que es muy dulce.. y que sostuvo mi estómago para no decaer. Aprendí de la naturaleza que un sendero de tierra es más saludable que uno asfaltado, además se puede apreciar más.. no es lo mismo que mirar, porque cuando se aprecia, se le toma valor, y cuando se toma ese valor, se ama.

Detrás de mí venía ella... incondicional compañera en estos días.. amada humedad ambiental, que refrescaba mis poros adiposos en transpiración... La nicotina y el alquitrán me están pasando la cuenta.. estoy transpirando más, respiraba cada vez más rápido mientras ascendía.. pero qué importa. Qué importa ese dolor de cabeza y que se nuble la visión. Me detuve. Y respiré.


Me daba cuenta de lo fácil que puede ser romper una promesa.. los ánimos me flaquearon.. corría viento, era un pequeño motor de oxígeno rodeado de polución santiaguina, qué más da.. había pasado el Ermitaño Bajo.. podía dar media vuelta y llegar a mi casa a masajear mis pies y a llorar por estupideces que aparecen en la red. Y pensé: "Si los miedos y los prejuicios acortan tu estadía en el mundo, agárralos del cabello y demuéstrales que nada ni nadie puede ayudar a ponerte de pie. Es mejor estar acostado observando, que participar de nada y terminar finalmente al fondo del acantilado.. porque nada por lo que te esforzaste dio resultado.." pero... y si ya no quiero pensar así? Hay que tener huevos para dejar de lado la filosofía que he adoptado durante mucho tiempo.. casi toda mi vida.

¡A LA MIERDA! caminé cada vez más rápido.. con los brazos extendidos y abiertos.. total estaba solo.. y si había alguien, qué... me daría vergüenza?? naaa yo no soy como ella. Corrí.. salté. Lloré.
y Heroin de los Velvet Underground estaba acorde a mi estado eufórico.


Y miraba Santiago.. y le gritaba: Estúpida gente.. son todos tan iguales que me dan asco. Y los autos que pasaban por el lado me tocaban la bocina. Y me reía.

Ya calmado, en mi estado no en mi sensación, seguía con mi travesía por un costado del cerro.. en dónde no llegaban los rayos solares.. y me dio frío. Pero Syd Barrett me hablaba sobre sus encuentros con gnomos y sobre distorsiones interestelares.

Hasta que ocurre lo inesperado.

Aparece un muchacho, un poco menor que yo y me dice: Es You Know, You' re Right de Nirvana? A lo que le respondo: No, es Pink Floyd.. pero conozco ese tema.

Ignacio, aventurero, grunge, cristiano y aterrado con mis historias de amor. Já. Lo mejor es que está en mi colegio. Nuestras risas se sincronizaban al hablar de Santis y la Martita. Ignacio, me sorprendió.. apareció entre la hierba, de unos senderos de tierra muy empinados... quise darme cuenta de inmediato por si no estaba ebrio o drogado.. pero al intercambiar algunas palabras descubrí que era más sano que una lechuga.

Él se convirtió en mi nuevo compañero de viaje y mi guía.. ya que se conoce el cerro de memoria y ha ido hasta de noche. Lo admiro.

Entre conversaciones variadas y muy amplias me di cuenta que había llegado a la cima, y que una estatua de mármol o yeso de unos cinco metros observaba hacia el poniente. Estaba ahí. Y atiné a respirar. Era el punto más alto natural del centro de Santiago. Creo que estaba orgulloso de mí mismo.


Yo fumé... él se persignó y rezó. Qué acto más noble, pertenecer a una cultura y ser fiel en esencia, y no sólo en palabras. Como los comunistas.

Yo me hubiese quedado a vivir ahí. Él rompió mi tranquilidad, y me dijo que descendiéramos. El ocaso estaba en su regazo, y el universo me avisaba que debo continuar con mis responsabilidades. Llené mis pulmones con aire y me sumergí en la ciudad nuevamente.

La importancia de este auto-retiro espiritual es que pude darme cuenta de que por fin rompí la muralla que estaba frente a mi camino. Y la cantidad de pasajes que aparecieron son tantas como la cantidad de árboles que hay. Soy más fuerte, pero no por eso frío, ni arribista, ni soberbio. Crecí como persona y me considero un ser pensante y espiritual con mucha fuerza de voluntad.
Hoy aparecí en el reflejo del lago, después de épocas nubladas. Hoy me di cuenta que a pesar de estar solo, soy feliz. Y no necesito provocar rabia en los demás para que me tomen atención.. porque ya no me interesa que me tomen atención. Ahora soy yo, luego yo, posteriormente yo y por último yo. Sí, soy egocéntrico, pero no orgulloso. Finalmente al encontrarme a este duendecillo me di cuenta que la gente tiene tanto en común conmigo, que no debo negarme a la posibilidad de abrir mis horizontes. No confío, pero quiero conocer.

Un apretón de manos y un abrazo en el paradero.
Es un agrado encontrarse con gente como tú -finalicé.